El pato mandarín se caracteriza por el brillante colorido del plumaje del macho que contrasta con el de la hembra que es de tono más discreto. En el macho, predominan los tonos anaranjados, verdes, marrones, blancos y morados en la cabeza y cuello. Las plumas de las alas son más anaranjadas, pero tiene vivos negros y blancos. Las del dorso son verde oscuro y grises. El vientre es blanco y las patas son anaranjadas. El pico es anaranjado rojizo y el iris es pardo oscuro. En la hembra todo el plumaje es café grisáceo a excepción de las alas que tienen algunas plumas verdes, el vientre que es blanco y una zona también blanca que rodea a los ojos y que se prolonga hacia atrás. El pico es gris y las patas son amarillas. El iris es oscuro.
El pato mandarín pertenece a la misma tribu que el pato almizclado: tribu Cairinini y se caracteriza por la preferencia que muestra hacia las regiones boscosas. Como otras especies de este grupo, posee garras puntiagudas y fuertes que le permiten sujetarse a las ramas de los árboles que es donde construyen su nido y se lanzan al suelo sin importar la altura a la que se encuentran.
Desde hace mucho tiempo fue introducido en Europa y ahora es común verlo en parques como aves silvestres. Un dato interesante es que el macho tiene un capuchón que eriza cuando está alarmado, enojado o cortejando a la hembra.
