Este animal debe su nombre a la costra de barro protector que adquiere un tono muy claro al secarse.
Los rinocerontes son animales macizos y de considerable tamaño. Tienen la cabeza estrecha y muy alargada; la región facial se prolonga mucho y sirve de base a un cuerno, o a veces dos, situados uno detrás de otro; el cráneo, en cambio, está muy comprimido de delante hacia atrás, de manera que la frente desciende con una marcada pendiente. El cuello es corto y rugoso, más grueso que la cabeza, y se une al cuerpo sin apenas diferenciación. El cuerpo es robusto y macizo, más alto en la cruz que en la región sacra; tiene una cresta dorsal hundida en el centro y el vientre redondeado y un tanto colgante. Mide hasta 2 m de alzada y unos 5 m de longitud total, de los que 60 cm corresponden a la cola; el peso puede llegar a las 3,5 toneladas. Tiene la cabeza muy grande y el labio superior hendido. De los dos cuernos, el anterior, situado muy hacia delante, mide hasta 137 cm, y el posterior unos 60. Dos únicos pliegues, que van de la nuca al pecho, surcan su gruesa piel, de color pizarra claro.
Vive en las sabanas cerca de zonas ricas en agua, pues necesita darse baños de lodo para proteger su piel, un baño de fango es de absoluta necesidad para casi todos los paquidermos terrícolas, ya que, aunque su piel sea sumamente gruesa, es no obstante muy sensible a las picaduras de las moscas, de los tábanos y de los mosquitos; también esos baños les son útiles para regular su temperatura. Es un animal solitario y de mal carácter. Pese a su tamaño, puede ser muy ágil. Sus cuernos, formados por los pelos queratinizados, son un arma terrible y también la razón de su caza incontrolada, ya que la creencia popular les atribuye propiedades afrodisíacas. Tienen un buen olfato y oído pero mala vista.
Los rinocerontes se muestran especialmente activos de noche, pues de día el calor excesivo les perjudica; por eso pasan las horas más calurosas durmiendo en algún lugar sombrío.
El grito del rinoceronte consiste en un gruñido profundo, que se convierte en bufido atronador cuando el animal está encolerizado. En las zonas donde el rinoceronte vive en libertad este bufido debe ser bastante frecuente, pues el animal se irrita con gran facilidad.
La época del celo se inicia siempre con feroces peleas entre los machos embravecidos. La gestación dura de diecisiete a dieciocho meses, al término de los cuales la hembra da a luz una sola cría, una criatura rechoncha, de las dimensiones de un cerdo semiadulto y que nace ya con los ojos abiertos; la cría tiene la piel rojiza, todavía desprovista de pliegues, y en su hocico apunta ya un rudimento de cuerno.
El hombre siempre ha sido el peor enemigo de esos animales. Tiempo atrás las cacerías de rinocerontes eran más bien verdaderas matanzas; se les cazaba valiéndose de toda clase de medios. La caza llego a ser tan despiadada que el número de rinocerontes decreció con alarmante rapidez. Y quizá la especie habría acabado por extinguirse de no haberse creado en África las famosas reservas que preservan a esos y a otros animales.