La cebra de Grant se caracteriza por su coloración que consiste en bandas oscuras acomodadas de diferentes formas en todo el cuerpo. En esta especie, las anchas bandas negras destacan con nitidez y no hay presencia de rayas intercalares. Su longitud corporal promedio es de 200 a 240 cm mientras el peso es de aproximadamente 350 K. La cola mide de 47 a 57 cm. de largo.
Es una especie gregaria, viven en manadas formadas por un macho, y un promedio de seis hembras e individuos jóvenes. El resto de los machos forman pequeñas manadas. Estas unidades sociales no son territoriales, los diferentes grupos se mueven libremente en zonas bastante amplias que comparten unos con otros. El tamaño de las zonas depende de las condiciones ecológicas que se presentan en estas.
Durante el periodo de celo, las hembras llaman la atención de los machos abriendo la boca repetidamente. Los machos jóvenes en edad de reproducción abandonan la manada o son expulsados por el macho dominante. Otros machos adultos que no tengan manada pueden desafiar y hasta pelear con los que si tengan, con tal de desplazarlos.
Los machos luchan a mordidas a patadas, que se dirigen principalmente a la zona genital, patas posteriores y cuello. Las batallas son ritualizadas y termina cuando alguno de los oponentes se cansa y se aleja. El vencedor, en señal de victoria, apoya su cabeza sobre la grupa del vencido.
Al nacer, la cría pesa de 30 a 35 kilogramos y crece muy rápido, pues al mes alcanza los 50 kilogramos de peso. A diferencia de los adultos, las cebra jóvenes, presentan rayas marrón en la frente, nuca, cuerpo y en las ancas y que se oscurecen en las patas y en el cuello. Su pelo también es muy largo y mide de dos a tres centímetros, pero es mas espeso en la grupa y en las patas traseras.
Cuando tienen mas de un mes de edad comienzan a adquirir el pelaje característico de los adultos. Las crías son amamantadas aproximadamente hasta los 7 meses de edad, pero pastan bien a partir de sus primeros quince días. La madurez sexual la alcanzan a los 3 o 4 años.
Sus poblaciones han declinado debido a la caza por la obtención de su piel y la competencia por el hábitat con el ganado doméstico. Los enemigos naturales de las cebras son los leones, las hienas, los perros cazadores o licaones, leopardos y guepardos.